Ignacio, quince días... tal vez más, tratando de explicarte, de escribirte, atreverme a pensar en aquellos días tan difíciles y oscuros, llenos de sentimientos encontrados. Días en los que debíamos decidir acerca de ti mi bebe. Fue algo muy duro, muy fuerte para nosotros tomar la decisión de dejarte ir; hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos (exámenes, consultas y lo que fuese necesario), ¿lo demás? Lo dejamos en manos de Dios.
Nada fue positivo, solo el amor que sentíamos y sentimos por ti, ese amor que nos llevo a tomar la mejor decisión; si bien no fue la mejor para nuestros corazones, si lo fue para ti, para tu bienestar, para tu paz y tu felicidad. Y es que desde el primer instante en que supimos de tu bendecida existencia, fuiste siempre nuestra prioridad, nuestro motivo, nuestro Todo!
Muy por encima de nuestro dolor como padres, a pesar de quererte a nuestro lado para siempre, decidimos que no queríamos para ti una vida llena de limitaciones, de doctores, de tubos, inyecciones, y mucho menos lágrimas y dolor, preferimos vivir nosotros el dolor, el vacío, el hueco enorme en nuestros corazones y dejarte volar libre, con la compañía de Dios y todos los angelitos del cielo.
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