jueves, 27 de febrero de 2014

La decisión más difícil

Ignacio, quince días... tal vez más, tratando de explicarte, de escribirte, atreverme a pensar en aquellos días tan difíciles y oscuros, llenos de sentimientos encontrados. Días en los que debíamos decidir acerca de ti mi bebe. Fue algo muy duro, muy fuerte para nosotros tomar la decisión de dejarte ir; hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos (exámenes, consultas y lo que fuese necesario), ¿lo demás? Lo dejamos en manos de Dios.

Nada fue positivo, solo el amor que sentíamos y sentimos por ti, ese amor que nos llevo a tomar la mejor decisión; si bien no fue la mejor para nuestros corazones, si lo fue para ti, para tu bienestar, para tu paz y tu felicidad.  Y es que desde el primer instante en que supimos de tu bendecida existencia, fuiste siempre nuestra prioridad, nuestro motivo, nuestro Todo!

Muy por encima de nuestro dolor como padres, a pesar de quererte a nuestro lado para siempre, decidimos que no queríamos para ti una vida llena de limitaciones, de doctores, de tubos, inyecciones, y mucho menos lágrimas y dolor, preferimos vivir nosotros el dolor, el vacío, el hueco enorme en nuestros corazones y dejarte volar libre, con la compañía de Dios y todos los angelitos del cielo.


domingo, 23 de febrero de 2014

El breve espacio en que no está!!

Una mujer embarazada no pierde un bebé. El bebé se muere y la deja rota, amputada, con la casa llena de objetos sin sentido, las miradas de lástima de la parentela y la negación y el silencio de los que consideran que de eso no hay que hablar.
La muerte de un hijo en el útero es tan muerte como cualquier otra y el dolor es tan grande como si ese hijo hubiera muerto en su cuna o en un accidente de tránsito o de una enfermedad o de hipotermia escalando el Aconcagua; pero los demás no soportan no saber qué decir y por lo tanto dicen pavadas o no dicen nada, ni siquiera los pésames de compromiso.
Un entierro rápido, un silencio que se corta a cuchillo, una soledad inmensa y el vacío. Donde antes latía la vida ahora hay un hueco helado, una cicatriz para siempre, un vientre desalojado. Y encima de todo la expresión “perdió un bebé”, como si no lo hubiera sabido cuidar, como si fuera su culpa, como si no fuera la puta suerte, la perra vida.
Y pasa, pasa todo el tiempo; en el mismo instante miles de mujeres en el mundo paren hijos muertos y arrastran el dolor profundo de toda madre a la que se le muere un hijo, pero mucho más incomprendido, silencioso y solitario. Como si fuera poco, se siente culpable, porque todos dicen “perdió el bebé”, porque la miran como si debiera algo, como si estuviera en deuda con el padre, los tíos, los abuelos de esa personita que se fue antes de haber llegado y dejó a todos con los peluches y las batitas en la mano.
Pero vos no llores, porque vas a tener otros hijos. No llores, porque total sos joven. No llores, porque tenés un marido que sufre al verte llorar. No llores, porque no hay mal que por bien no venga, Dios sabe por qué lo hace. Si no nació tal vez es mejor. Así no sufre. No llores, porque a todos les fastidia verte llorar. Excepto para la madre, para los demás, después de un tiempo, la vida sigue como si no hubiera pasado nada. Ni siquiera lo olvidan porque no hay recuerdos. Para la madre sí, queda el recuerdo del cuerpo habitado, de la espera, de las ecografías, de los cuidados, de los sueños, del nido armado para un pichón que voló antes de romperse el huevo, y el amor, el inmenso amor que también fue gestando y que ahora no encuentra dónde, no encuentra cómo, no encuentra a quién entregar.
Escribo esto y sé que te estoy fallando. Me pediste palabras de consuelo y no las tengo. Creo que no existen. Sólo encuentro palabras para describir tu dolor y acompañarte, comprenderte, llorar con vos y tratar de convencerte de que tu angelito voló hacia el lugar donde viven los bebés que no aprendieron a respirar en este mundo, durmiendo en camas de algodón de azúcar, arrullados por las canciones de cuna de todas las madres que no llegaron a cantarlas.
Las mujeres en general somos bichos fuertes, resistentes al dolor, capaces de llorar hasta secarnos, de ordenar el caos en cajitas y distribuir el peso en las valijas para hacerlo soportable, de caminar por la vida en tacos altos y levantarnos de cualquier caída.
Te prometo que el día menos pensado, cuando llores todas las lágrimas que no sabías que tenías, vas guardar tu dolor en su correspondiente caja, vas a meterlo en la valija para llevarlo a cuestas sin que te tumbe y vas a volver a sonreír. Y aunque no lo puedo jurar, creo adivinar que esa sonrisa tuya un buen día se va a encontrar, como en un espejo, con la sonrisa plena de alguien que, sin ser exactamente igual a vos ni a ese bebé que nació dormido, se les parecerá bastante.
Autora: Natacha Matzkin

viernes, 14 de febrero de 2014

La llamada

Llego la llamada y con ella una cita para un llamado eco especial; aun en nuestras mentes y corazones solo habían pensamientos de esperanza y fe, solo optimismo y solo nos decíamos que al ser un eco mas detallado y especial tendríamos que saber que eras. Al llegar el día solo estábamos invadidos de nervios, pasamos horas y horas sentados esperando para verte, cuando por fin te tenía en la pantallita lo primero que busque fue tu cuellito y aun estaban allí esas manchas oscuras, solo las veía, cuando comencé a escuchar a una Doctora diciendo cosas que ni entendía (Higromas, Oligoamnios, Ascitis, y muchísimas cosas más) no tuvo el mínimo tacto para explicar en ese momento lo que yo al comenzar a escucharla entendí, Tu no estabas bien!! En ese momento se empezó a romper mi corazón en mil pedazos, miré a tu papa y pude ver que estaba como en shock, su mirada me decía que no entendía o no aceptaba, no asimilaba nada. Muy duramente nos dijeron que por las características que veían podrías tener Síndrome de Down, pero que eso era lo menos grave.

No nos dieron esperanzas de vida para ti, solo dijeron que el pronostico no era nada bueno y comenzaron a hablar de una interrupción del embarazo lo más pronto posible, sobre lo cual nosotros tus padres debíamos decidir. Hablaban de una amniocentesis y de futuros embarazos, yo no podía ni quería pensar en futuros embarazos por Dios! Solo te quería a ti...  En ese momento con tantas cosas en la cabeza y yo pensando que no, no, que no estaba pasando, solo pensaba que algo podría cambiar. Salimos todos callados de ese consultorio y después de reaccionar solo pude llorar.

Pedimos nuevamente a Dios intercediera por ti. No podíamos rendirnos.... te queríamos (Y siempre seguiremos queriéndote con nosotros)....


Inocentes de todo!

Todo marchaba bien, o al menos eso pensábamos, pues tenía todos los síntomas normales de un embarazo y a pesar de lo intenso que eran, me hacía feliz sentirlos. Fue la mejor navidad que he vivido hasta ahora pues estabas conmigo, recibimos un año nuevo deseando solo cosas buenas para tí... pues nuestra vida ahora eras TU!!

Comenzamos un nuevo año tan felices, lleno de puras cosas hermosas y maravillosas ... y con el pasar de los días ya te hacías notar mas grandecito en mi vientre. Contábamos los días para nuestra consulta medica y así poder verte otra vez. Llegó el día tan esperado, cuatro meses ya tenías en mi vientre, fuimos con la esperanza de conocer si serías nuestra princesa o nuestro príncipe; pero no pudimos verte, nos dijeron que había poco liquido (yo no entendía la gravedad de esto aun) solo te veía en esa pantallita moviéndote y latiendo a millón, nunca pensé en algo tan malo. Luego nos dicen que tienes dos higromas en tu cuellito que eso no debería estar allí, que hay que hacer un eco especial para ver mejor, pero que en algunos casos esos higromas tienden a desparecer. Comenzamos a preocuparnos; sin embargo mi amor, salimos de allí pensando que todo estaría bien. Tendríamos que esperar una llamada confirmando una fecha para poder verte en un eco especial.

Llegamos a casa sin pensar cosas negativas, total, después de haber vivido ya una pérdida ¿nos volvería a pasar? NO! no podíamos ni pensar en esa posibilidad.. no después de haberte visto. Pedimos a Dios con toda nuestra fe y nos dispusimos a esperar la llamada del Doctor.

Fueron días de espera, que parecieron una eternidad!!


jueves, 13 de febrero de 2014

Tu llegada a nuestra vida...



Viernes, 18 de Octubre nuestro día más feliz. Supimos que venias en camino cuando aun eras la cosita más chiquita pero como eras de grande a la vez. Nos causaste una felicidad inmensa e inmediatamente empezaron nuestras vidas a girar en torno a tí. Empezamos a imaginarnos como sería todo de ahora en adelante y comenzó la espera más grata de la vida.. tu llegada.


Fueron pasando los días y con ellos aumentaban nuestros nervios de saber como estabas, y es que después de tener una perdida con solo 11 semanas, era imposible no sentir miedo con cada manchita. Cuando por fin llego el día en que pudimos escuchar los latidos de tu corazón. Sentimos Paz, tranquilidad y muchísima felicidad de saberte bien, pues luego de un año de tristeza por fin vendrías a nuestras vidas tú nuestro tan anhelado primer bebe.



La emoción que teníamos era tan grande que comenzamos tu papi y yo a comprar tus primeras cosas, primeras ropitas, pensar en nombres, y también comenzamos a recibir regalitos. Nos sentíamos muy felices.

Todo debía haber permanecido así, pero no lo fue!